11 jun 2012

El jardín colgante de Javier Calvo

Cuando llegue a diez estarás en España: uno,...
Libro raro, por poliédrico y desprejuiciado que explica, con hechuras de posmoderna pesadilla -más Lynch que Kafka-,  una trama político/policiaca en el marco de los primeros años de la transición. ¿Una historia de espionaje patrio, grises contra rojos, qué tiene de raro? que lo ha escrito un Javier Calvo mitológico y furioso, cantando un consistente pasado paralelo (con meteorito incluido), que de alguna manera comprende zonas oscuras que ahora nos afectan, como una radiación residual.
Calvo no puede amar a sus personajes, criaturas indecentes o directamente feas, traídas al mundo como agentes provocadores de una transformación más basta e impenetrable que lo que todas sus capacidades concentradas puedan concebir, destinados a sucumbir, sin esperanza alguna, a sus propias maquinaciones. Los mezquinos tejemanejes de los hombres por mantenerse en el poder o conservar o molestar  cierto orden chocan aquí, como el misterioso meteorito (el cadáver de Franco o presagio tumoral? sugiere Jung errando), con un mandato mayor, imperturbable, geológico: la españa democrática se cumplirá sobre el cadáver de la españa soñada,  o lo que es lo  mismo, el cambio será sólo una muda de piel y el cuerpo conservará su esencia reptiliana, inicua: españa es siempre el mismo suelo,  silenciosa drenará la sangre derramada, no hará preguntas ni llorará a sus amantes malparados, al fin y al cabo es de piedra el insensible corazón del dolor.

The raid redemption, sangrienta indulgencia

Ya tenemos aquí el rescate, qué a gusto se  siente uno entre tanta opulencia. Volvamos pues a las andadas: ¿quién quiere un helipuerto?, ¿quién un corredor septentrional?, ¿y por qué no un túnel submarino hasta las azores? Qué abanico de nuevas y burras oportunidades...
Hablando de oportunidades y rescates, no os perdáis la brutal The raid:redemption, qué de tiroteos, qué de patadas y certeras cuchilladas... y qué queríais, cuando un equipo de élite de  la policía de Indonesia tiene la misión de capturar a un malo malísimo en su propia guarida, un edificio abarrotado de maleantes expertos en el uso de machetes unos, otros en la lucha cuerpo a cuerpo, etc., bueno, ya sabemos que cuando acabe la película  o le suben el sueldo a la señora de la limpieza o no moverá un dedo ante tamaño estropicio, que una cosa son burujos y jeringuillas, y otra muy diferente sesera en salsa y muñón de madero.
Por supuesto, menores de once años sin móvil con conexión a internet abstenerse.

4 jun 2012

Entre todos la matamos y ella sola se murió ( o cómo la visión de Game Change desamordaza al telepredicador que llevo dentro)

España se muere, y merecido se lo tiene. Nuestra clase  política es un pudridero de aspavientos de izquierda y derecha sin rumbo. No hay en sus modos atisbo de eso que se ha dado en llamar "servicio al país" (servicio entendido como  acción destinada a cuidar intereses o satisfacer necesidades, mejor que como habitación en la que está el váter y otros elementos que sirven para el aseo humano, aunque ya que estamos no iría nada mal una profunda limpieza, sacrificando, a cambio de la higienización, el brillo de los esmaltes), más bien un "aferrarse al poder" enfermizo que nos condena a la deriva actual, hacia el sumidero de aguas estancadas de los países declinantes.

Sin embargo, nos hemos enterado un poco tarde de esa deriva (alguien se fumaba brotes verdes de espaldas al incontrovertible tsunami), más o menos a la vez que los medios de comunicación, casualmente en manos de sobrinos, amiguetes o amantes de aquellos a quienes debían observar y examinar; en fin, sólo hay que ver o escuchar las tertulias (tertulia f. Grupo de personas que se reúnen habitualmente para conversar o recrearse) estos días. Yo me pregunto, ¿existe en estos lares un "periodismo independiente"? y en caso de que exista, ¿dónde se expresará? Mierda, no aquí, no en España. En cualquier caso somos todos una panda de vagos aquejados de una suerte de ceguera selectiva que, gracias a dios, se inhibe cuando nos sentamos delante de la tele.
Y aquí quería yo llegar. Qué pálido y pocho reflejo de España obtenemos de los canales autóctonos: Fútboles, salsas rosas, telediarios domesticados, y miniseries ñoñas sobre Pantojas o Paquirris, reyes, príncipes y  Letis, 23efes y Lolas Flores, etc, por no hablar de la tóxica telerealidad...